lunes, 1 de octubre de 2012

Nosotros


Había una vez, en un lugar no tan lejano, dos personas que se enamoraron de una manera inevitable.

Ella era algo desconfiada por naturaleza. Le gustaba ser brusca, muy infantil y sumamente competitiva. 

Él en cambio, era demasiado simple, observador y siempre ganaba cuando jugaban a las cartas.

Ella no era de las que sonreía con facilidad. 
Y él siempre se reía de su cara de fastidio.

Ellos juntos eran una bomba de tiempo.

Ella se enfadaba hasta por su manera de caminar. 

A él le fascinaba verla tropezar por lugares nivelados.

Nunca sabes cuando sucede el milagro.

A ella le daba miedo sentir.

Y él hubiese dado cualquier cosa para que ella sintiera cuanto la quería.

A veces la chispa tan solo salta sin poderla detener

Ella era muy ruidosa, aunque ocultaba su dolor detrás de este.

Él se quedaba en silencio, para así no perder la risa de ella, que siempre era tan efímera.

Porque a veces, enamorarse es tan complicadamente divertido

Ella no quería enamorarse de él.

Y él siempre fue consciente de esa barrera.

¿No es acaso más tentador así?

Ella no quería ser solo una más, a pesar de que nunca lo dijo.

Él no encontraba como decirle, con palabras simples, que ella era única desde el momento que la vislumbró, perdida entre los parajes de su memoria.

¿No te parece que somos tan torpes?

Ella nunca supo como se enamoró de él, tan letal como un relámpago, tan veloz como un destello de luz, tan incomprensible como la matemática.

Él siempre supo cuando se enamoró de ella, pero nunca quiso decirlo.

Destino, hilo, unión, casualidad… todas esas palabras me recuerdan a nosotros.

Ella quiso librarse de ese amor, cual si fuera un hechizo maligno. Pero a decir verdad, siempre que cerraba los ojos, recordaba la primera vez que la besó.

Él nunca pudo olvidar el sabor de los labios de ella. No supo si era porque los deseó demasiado por mucho o tiempo… o sencillamente porque eran los de ella.

Y algo de esa risa tuya que tanto me gusta.
¿Te he dicho que me gustas mucho?
Eres hermosa.
Me encantas.

Amor mío, ¿acaso importa el orden? Te he escrito un trozo desordenado, para que nuestro amor no tenga ni un principio ni un final. Lo que sucede es que cada vez que te tengo cerca, mi mundo se desmorona, se rearma otra vez, y vuelvo a rendirme ante el amor que te tengo… ese amor que tenemos.
Nunca soy muy buena cuando se trata de escribir sobre nosotros. A veces me parece que se me acaban las palabras, sintagmas, lexemas, sinónimos para poder definir una milésima parte, de lo feliz que soy contigo. Y de que me parece maravilloso poder hacerte feliz a ti.

Mabel


A la cresta

En cualquier parte, donde sea. En parajes remotos, en desiertos coloridos. Sobre caóticas estrellas dinamitadas, sobrevuelo de delirios envueltos en preciosa escarcha color plateada. Sobre o debajo del color del chocolate, hundida debajo del crocante sabor del pan recién sacado del horno. Al lado de la canela, el arroz con leche, el aroma de una cama donde recién ha dormido la persona que quieres. 
Donde sea, de veras que no me interesa... solo quiero pedirte una cosa.
En cualquier parte del mundo, menos aquí.

domingo, 23 de septiembre de 2012

¿Donde?

No seas tan cruel... y dame alguna señal...

viernes, 21 de septiembre de 2012

No sabes...

"No sabes que desperdicio tengo en el alma"

Aquí estoy, volviendo a las andadas. Nadie dijo que querer sería fácil, ni mucho menos juego de niños. 
Hay veces que realmente me enfado conmigo misma (respete la redundancia porque quiero que esta idea se destaque, y no encontré otra manera de hacerlo) por las cosas que pienso. 
Y esas cosas, idea que siempre se me viene a la mente, es la inseguridad.
Está bien, partamos de la idea de que todos algunas vez en nuestras vidas hemos sido inseguros, de alguna manera todos tenemos perder aquello que más valoramos en nuestras vidas. Freud diría que la primera gran perdida es el destete, así que repito nuevamente, la idea de que se nos quite algo que nos gusta, es algo que llevamos en nuestro subconsciente casi desde el momento en que existimos (sí tengo prueba de este caballero ¿se nota?) 
A mí por lo general, me apesta mi propia inseguridad. Es algo que ojalá pudiera devolver al remitente, dejarlo en un cajón, o sencillamente botarlos en el basurero más cercano.
Pero no se puede. Me encantaría poder alejar esos pensamientos terribles de mi mente, pero no los puedo alejar de mis pensamientos. Es cuando me percato de que soy una persona terrible ¿Como puedo tener tantas inseguridades, ser tan celosa y posesiva, si tú no me has dado razones para ser así?
Basta con tan solo pequeños detalles, para que la chispa se encienda, mi mente trabaje a mil por hora, y sencillamente me deprima por nada.
Ojalá hubiese una manera de que pensara menos en ti, quizá esa sería la solución para muchas de estas inseguridades. Quisiera poder detener mi mente, dejarla escapar un rato, y tan solo quedarme tranquila porque sé que estás bien. Ojalá me pudiera bastar con eso.
Y eso me deprime, me enfada y me deja sin palabras. Insisto en que me carga sentirme de esta manera tan volátil, frágil y quebradiza. Y es cuando más junto mis cejas, detestandome a mí misma por ser mujer. ¿Acaso los hombres no tienen estos sentimientos? me he percatado que no. No es que no posean inseguridades, pero al menos ellos no se hacen una especie de película de mala muerte por nada.
Siempre he envidiado a los hombres esa capacidad, es como si ellos solamente pudieran vivir en el ahora y un poco en el futuro.Tal vez en realidad si sufren, pero se les nota menos (a algunos incluso parece no importarles en lo más mínimo)
Yo todo lo que quiero ahora, es no tener tantos pensamientos negativos. Que la distancia no me ponga de esta manera, y poder enfrentar esta lejanía tan bien como tú pareces hacerlo...
Mabel

Yo - 1 (una de tantas partes)

Hoy estaba revisando este blog (por supuesto, en medio del caos que significaba revisar mis papeles de sicología) pude percatarme de que hay pocas cosas que hablan de mí. ¿No es eso raro? porque se suponía que este pequeño espacio dentro del universo llamado blogger, esto sería casi como una bitacora, un diario de vida, el lugar donde podría definirme en base a palabras (perdone lo literario señor lector, es un defecto que no se cura)
Más que nada, me he dedicado a contar mis problemas amorosos (que no han sido tan terribles como lo había pensando) y las cosas que me gustan, pero no hay mucho que decir acerca de mí. Es decir ustedes pueden suponer que soy, loca, histérica, algo chillona y violenta, pero no porque se los haya dicho. Y quizá ni siquiera se sobreentienda eso. (Mientras escribo esto, recuerdo la famosa condición de posibilidad, profe desgraciado de Literatura que me ha traumado para toda la vida D:)
Bueno, para los que no se hayan enterado, mi nombre es Mabel y tengo 22 años en este pellejo. No soy muy alta, tengo los ojos cafés y una mirada que dice: "no me molestes o te golpeo". Suelo decir muchas veces en el día que tengo sueño, hambre y flojera. Se me ha pegado el decir también: "Acaso no basta con una parte para explicar una cosa" "ya verán cuando haga mi teoría y defina todos estos conceptos, para que nadie tenga que sufrir como nosotros"
Esa es la parte que más resalta de mí... creo yo. Otros tan solo me catalogan de muy ruidosa, pero eso no quiere decir que tenga algo importante que vociferar. La verdad es que me gusta el silencio, la calma y estar tranquila, pero con muy pocas personas suelo compartir eso. Cuando me quedo pacifica, puedo hablar con calma de mis ideas, y la verdad me aterra que la gente me conozca, porque siempre pienso que pueden hacerme daño de alguna manera.
Suponía que este miedo venía de el matonaje que sufrí cuando pequeña. Ahora leyendo lo de la infancia, he descubierto que tuve un gran amor cuando pequeña, un hombre mayor que era amigo de mi padre. A este tipo, cuyo nombre no recuerdo, yo lo tenía en un enorme pedestal, juraba que sería mi principe y todas las tonterías que se le puedan ocurrir.
A él no le gustaba estar conmigo. Y me lo dijo: "No crees que eres algo pequeña para estar siempre rondándome, la verdad no me gustan los niños a mí alrededor" Yo tenía unos diez años... y yo no quise volver a ver a este hombre a la cara. Simplemente lo evité cada vez que pude, y inventaba pretextos para no ir a donde él estaba. Al final él dejó de juntarse con mi familia, nunca supe por qué ni tampoco me atreví a preguntarlo.
Aún puedo recordar todo lo que me dolió. Estuve sin comer durante muchos días, y me prometí a mí misma que nadie tendría el derecho de hacerme sentir así. Humillada, tonta y desvalida.
Supongo que esta experiencia me marcó de por vida, porque hasta el día de hoy se me complica mucho tener gente que sepa de mí. Y sobre todo me cuesta un mundo expresar mis sentimientos, sobre todo cuando se trata de querer a la gente.
Esta es una pequeña parte de mi. Es complicado hablar de uno mismo ¿verdad? porque el tiempo desfigura recuerdos, y tal vez porque tenemos (o mejor dicho tengo) la mala costumbre de recordar todo lo malo, y quizá lo exagere.
En fin, aqui se acaba esta entrada. Espero no los haya aburrido y nos veremos de nuevo cuando comience a hablar mal del señor Freud xD
Mabel (:

Más imagenes!










miércoles, 20 de junio de 2012

Familia

Entrada que comencé hace un tiempo
Es extraño hablar de mi familia en estos momentos. quizá porque no es el mejor de los tiempos, o porque francamente mientras más pasa el tiempo, mas parecen alejarse de mí.
¿O es lo contrario? En fin quien me entiende xD.

Yo alcancé a conocer a mis bisabuelos paternos.
Mi bisabuelo, una persona de carácter fuerte aunque no lo demostrara, tenía un carisma que muy pocas veces pude volver a conocer.
Solía parecer muy callado en presencia de extraños, pero en cuanto tomaba un vaso entre sus dedos, su personalidad brotaba de la nada y no existía huracán que lo parase.
Fuerte en cuanto se traba de convicciones políticas, para él la derecha era la guía para la solución de todos los males.
Y por supuesto, su sillón... era su sillón. Mientras estuvo vivo, nadie pudo ocupar su puesto en el sofá individual de color carmesí.
Así es como lo recuerda mi mente infantil. Siempre lo veré sentado, con una amplia sonrisa, mientras hablaba bajisimo, tanto así que era difícil entenderlo.
Me encantaba estar a su lado. Su presencia de patriarca estaba tan marcada, que todas las peleas familiares, se disolvían en las fiestas mas importantes. No existía un 18 sin él, ni un año nuevo que no se viera en su balcón. Podía quedar la grande entre los familiares, pero siempre en esas fechas su presencia era demasiado fuerte como para ignorarlo.

Mi bisabuela no contaba con estas cualidades. Aunque claro está tenía sus virtudes, pero ninguna que una buena ama de casa no pudiese tener.
Su alma siempre será un misterio para aquellos que vivimos o pululamos en su alrededor. En realidad, tanto su alma como conciencia estaban perdidas en la bruma de una ligera esquizofrenia. La contrajo de muy joven.
Ella contaba que se lavó los pies, tuvo una fiebre muy alta, entonces contrajo menigitis. La gran secuela que le dejaron estas altísimas fiebres, fue la esquizofrenia, por lo cual la gran mayoría de sus hijos sufren alguna enfermedad mental.
Yo lo que más recuerdo de ella, era que siempre me recalcaba que debía cuidarme.
Me contaba de unos tarros en donde había abortado un hijo. Esa fue la conclusión que saqué, porque a los 10 años uno no recuerda tantas cosas.
Ese día tuve que ir a leerle la biblia como tantas veces.
Dos años pasaron desde que mi bisabuelo, el papi como le decían, fallecía de una enfermedad al hígado.
La "mami" como le decían a ella, constantemente se sentía sola, entonces yo debía ir a leerle.
La mami era un ser ignorante. Desde que el Papi la dejó, fue incapaz de saber por quien votar. Solo sabía los números del uno al diez. Y no podía leer. Seguramente le daba vergüenza esto ultimo, porque lo supe a la mala.
¿En donde me quedé? Ah si, cuando fui a leerle.
Ese día estaba parcialmente melancólica.
—Mami... me cuentas algo sobre ti.— le solté casi sin pensarlo.
La verdad, no sé de donde salió esa pregunta. Yo no la conocía, no podía tenerle cariño ni nada de eso. Ella me miró un poco extrañada y luego comenzó un relato, que recuerdo de a pedazos.
—Por eso siempre cuidate. En ese tiempo tuve que hacerme "un remedio" para que esa cosa no me molestara.
Cuando salió era una cosa deforme, de color rojo así que no sentí nada de pena cuando lo tiré a la basura.
Abruptamente se quedó en silencio, y siguió pelando papas. Era la hora de almorzar, así que me retiré sin pena ni gloria por la puerta principal.

También estuve presente en ambos funerales.
En el primero, el del papi, tan solo recuerdo un leve sentimiento de frustración y soledad. Como si de la nada, todo el mundo fuese un farsante para conmigo. Todos decían que el papi se mejoraría en cualquier momento... entonces que hacía ese féretro en frente de nosotros.
Para colmo estaba cerrado, y mi mente no podía dejar de pensar que el papi saldría por cualquier parte, como si su enfermedad no hubiese sido solo una tontería inventada por sus nietos.
Pero cuando vi instarse en su lugar eterno, rompí a llorar desconsolada. Es que no era mentira su muerte... lo que era mentira era lo otro, lo que todos me decían para dejarme tranquila. Y eso resultó para peor...
El de mi bisabuela, no fue para nada parecido. Ya estaba algo grande, creo tener doce años, porque mi hermana tenía meses de recién nacida. Solo me preguntaba si mi abuela se sentirira culpable, pues estaba de viaje donde unos parientes en noruega. Obviamente no llegaría al funeral de su madre. Suspiré pensando que haría yo en un caso parecido, pero la verdad creo que tampoco haría gran esfuerzo por devolverme a casa.
Eso es lo que recuerdo de mis bisabuelos, los papis. Estén donde estén supongo que han arreglado sus diferencias, y estarán felices en algun semiplano donde creo que andan vagando las almas... pero creo que están juntos.

Y ahora mis abuelos. Su historia es un poco más tragica en cierto sentido (Ojo solo estoy hablando de la parte familiar paterna mía ^^U)
Mi abuelo cuando pequeño... la verdad no sé nada sobre eso. Tampoco sé mucho sobre mi abuela. Creo que ambos fueron bastantes infelices por su parte, ya que nadie nombre nada por esos años. Muchas veces mi abuela se pregunta si fue bueno casarse con mi abuelo, y yo la observo detenidamente cuando dice esas palabras. Es raro imaginarse una época en donde solo podías salir de tu casa al casarse... es algo bastante frustrarte si lo piensas.
En su tiempo, mis abuelos se quisieron mucho. Salían juntos, la gran mayoría yo prendida de sus faldas, a la playa, a los juegos amplio etc. Ellos amaban salir conmigo. Aún cuando cierro los ojos puedo verlos, de la manos los dos y yo jugueteando por allí. La verdad era muy feliz en esos tiempos.

Continuará